Aquellos sueños y esperanzas, ¡caras visiones!,
que entre salones y rondines fueron acunados,
en un Durazno florecido de malvones,
dejarán de ser las quiméricas ilusiones
de un día convertirse en hombres alados.
Reclamarán de Ícaro el respeto,
acatando el honor juramentado.
Servir a la Patria sin desmayo y sin asueto
será para siempre el animoso reto,
que Berisso desde el cielo les ha indicado.
En el pecho las alas resplandecientes
por el llanto de sus madres aún mojadas,
testimonio de una herencia viva y presente,
la de otros aviadores tenaces y valientes,
que hicieron de la misión causa sagrada.
Ellos no saben que los están esperando,
que un equipo los aguarda con esmero,
hay aviones que se están inspeccionando,
instructores cada detalle programando,
porque el curso de los alumnos está primero.
Inconmovible la vida seguirá su camino
y no se detendrá pase lo que pase,
cumpliendo con el mandato del destino,
con la uva de marzo se hará vino
y en febrero habrá alféreces en la Base.
Daniel Puyol – 2021