Mientras arribaban las tripulaciones de dos vuelos ferry a Washington, el Jefe de la Misión Aérea en los estados Unidos, Tte. Cnel. Gualberto F. Trelles, acompañado por el que sería el Jefe de Agrupamiento de Bombardeo, May. Juan C. Jorge, gestionaban en el mes de enero ante la Fuerza Aérea de los EE.UU. la probabilidad de realizar la instrucción y el entrenamiento en un aeródromo lo suficientemente cercano de la ciudad de Los Ángeles – California, que era donde trabajaba la compañía que reacondicionaba los B-25J, los C-47 y F-51D.
Se trataba de la Grand Central Airport Co. estacionada en el Aeródromo de Glendale, cercano a Los Ángeles, pero de reducidas dimensiones, para encarar la instrucción de vuelo de los B-25 y F-51.
Finalmente, logran ante las autoridades municipales que se les autorice el uso del Aeródromo de Palmdale en el desierto de Mojave, a unos 200 km de Los Ángeles.
También, logran que la USAF, designe dos instructores de vuelo para los B-25Jm que serían el May, John H. Blumenstock y el Cap. Hebert Gardner.
El viaje por tierra a California
Los tripulantes y técnicos de los B-25 a los pocos días de su arribo a Washington, emprenden el largo viaje por tierra de más de 5.000 km hacia Los Ángeles, en unas camionetas rurales adquiridas para sus movilizaciones de marca Chevrolet, con la carrocería semejando madera lustrada, como era la moda en esos años y que también sirvieron a las tripulaciones de los F-51 más adelante, para luego ser importadas al Uruguay, donde se entregaron a las unidades para el transporte de sus comandos.