Lamentablemente de los diez instructores, su número quedó reducido a nueve el 31 de agosto de 1925, al perder la vida en un accidente aéreo el Tte.2º Mario W. Parallada, con el SPAD Nº 7 de 180 HP de motor, en las proximidades de las calles Agraciada y Gil, barrio Bella Vista.
El Tte. Parallada realizaba un vuelo de práctica en este monoplaza de combate; aparentemente se trató de una entrada en pérdida y tirabuzón, al recobrar el aparato de una picada a baja altura, saludando a personas de su íntima relación, no siendo la primera vez que lo hacía.
A raíz de este accidente el Director de la Escuela efectuó declaraciones a la prensa sobre la falta que cometió el infortunado piloto, al no regirse por los reglamentos de vuelo que exigían que este tipo de vuelos los aviadores no se alejaran más de cinco kilómetros del aeródromo, y sobretodo, que no expusieran a los ciudadanos con maniobras peligrosas sobre núcleos poblados,
Pocos días más tarde, el 11 de setiembre, el Presidente de la República por medio del Ministerio de Guerra y Marina dictó el siguiente decreto: Artículo 1º – “La falta de cumplimiento a las disposiciones reglamentarias que rigen en la Escuela Militar de Aviación, serán castigadas con la destitución de los contra vinientes de dicho Instituto. Al efecto la Dirección de la Escuela dará cuenta al Ministerio de Guerra y Marina de las faltas que se cometan”. Artículo 2 – “Que se comunique, publique e inserte”.
Con esta drástica medida prácticamente se terminó con los accidentes provocados por imprudencias, por lo menos durante la Dirección del Tte. Cnel. Berisso.